lunes, 21 de diciembre de 2009

HOY, RECORDARÉ QUE SOY UNA VASIJA DE MISERICORDIA


Hoy, Recordaré que Soy una Vasija de Misericordia.

“ Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria” Rom. 9:22,23

El maestro estaba buscando una vasija para usar. En el estante había muchas- Cuál escogería?. Llévame, gritó la dorada. “Soy brillante, tengo un gran valor y todo lo que hago, lo hago bien; mi belleza y mi brillo sobrepasa al resto y para alguien como tú, Maestro, el oro sería lo mejor”. .El maestro pasó sin pronunciar palabra; él vio una plateada, angosta y alta;
“Yo te sirvo amado Maestro, vertería tu vino y estaría en tu mesa cada vez que comieras; mis líneas son agraciadas y mis esculturas son originales, y la plata te alabaría para siempre”.
Sin prestar atención el Maestro camino hacia la de bronce, era superficial, con una boca ancha y brillaba como un espejo: “Aquí” gritó la vasija. “Se que te seré útil, colócame en tu mesa donde todos me vean”. “Mírame” gritó una copa de cristal muy limpia. “Mi transparencia muestra mi contenido claramente, soy frágil y te serviré con orgullo y se con seguridad que seré feliz de morar en tu casa”. .Vino el maestro seguidamente hacia la vasija de madera, sólidamente pulida y tallada: “Me puedes usar Maestro amado, pero úsame para las frutas dulces y no para el insípido pan” Luego el Maestro miró hacia abajo y fijó sus ojos en una vasija de barro, vacía, quebrantada y destruida, ninguna esperanza tenía la vasija de que el Maestro la pudiera escoger para depurarla y volverla a formar, para llenarla y usarla.
.Ah, esta es la vasija que he deseado encontrar, la restauraré y la usaré, la haré toda mía”. “No necesito la vasija que se enorgullezca de si misma, ni la que se luzca en el estante, ni la de boca ancha, ruidosa y superficial, ni la que demuestre su contenido con orgullo, ni la que piensa que todo lo puede hacer correctamente, pero si esta sencilla llena de mi fuerza y de mi poder” Cuidadosamente el Maestro levantó la vasija de barro; la restauró y purificó y la llenó en ese día, Le habló tiernamente diciéndole: “Tienes mucho que hacer solamente viértete en otros como yo me he vertido en ti”. Y mientras leía y meditaba en estas palabras recordé que soy simplemente una vasija que por misericordia Dios me ha llenado. Hoy, por lo tanto no debo olvidar que sigo siendo la vasija de misericordia para que el orgullo no se eleve por encima de mi corazón y termine perdiendo fácilmente lo que por misericordia he recibido.
El Señor para mostrar su amor y su misericordia, un día tomó nuestras mi vidas quebrantadas, inútiles destruidas y tristemente deshechas, pero en tus manos toda nuestra existencia cambió.
Hoy somos vasijas de honra, gracias a la misericordia e Dios.


Apóstol David Lladó

miércoles, 14 de octubre de 2009

Limitaciones - 2 Reyes 5:10-13


No debe escapar de nuestra observación la forma en que Naaman fue recibido por Eliseo. Era un hombre acostumbrado a que otros le rindieran pleitesía, pues ocupaba un importante puesto en la corte del rey a quien servía. No ha de sorprendernos que él se considerara una persona más importante de lo que realmente era. En esto no se diferencia mucho de nosotros, pues fácilmente somos intoxicados con nuestro propio sentido de importancia.

Cuando llegó a la casa de Eliseo, el gran profeta ni siquiera salió a recibirlo en persona. Simplemente envió a su criado con un mensaje para el gran guerrero. Sin duda, parte del trato de Dios para aquellos con los que desea entablar una relación incluye hacerlos caminar en humildad. Aunque Naamán debió sentirse insultado por semejante humillación, el obstáculo más grande para su sanidad no se encontraba en esta afrenta contra su dignidad. Él mismo delata la razón por la cual se siente tan airado: «Yo pensaba que el profeta?» Es decir, Naamán se había formado una idea de cómo sería la intervención de Dios en su vida.
El Señor es tan creativo e impredecible que jamás podremos anticiparnos a la manera en que se moverá.
Al igual que muchos de nosotros, una vez que tenía elaborado su concepto de cómo actuaría el Señor era incapaz de concebir que lo hiciera de otra forma. Cuando creemos que podemos anticiparnos a los movimientos de Dios automáticamente descartamos otras manifestaciones; quedamos atrapados por nuestras propias expectativas. El Señor, no obstante, es tan creativo e impredecible que jamás podremos anticiparnos a la manera en que se moverá. Al saber que su capacidad para intervenir es tan ilimitada como los cielos mismos, es mejor que nos armemos de un espíritu abierto, dispuesto a ser sorprendidos por las más extraordinarias y rebuscadas expresiones.


En segundo lugar, Naamán halló que la propuesta del profeta era ridícula. Si de bañarse en ríos se trataba el asunto, en su propio país había ríos de sobra y mejores que los del territorio de Israel. ¡Si hubiera sabido que le iban a proponer un plan tan absurdo, bien se podría haber evitado tan largo viaje! Pero precisamente es en este punto donde tropiezan las personas con las mentes más privilegiadas: creen que los planes de Dios tienen que poseer la misma lógica e inteligencia que los planes de los hombres. Al medirlos con esta vara, sin embargo, las propuestas del Señor, son francamente incoherentes, como atestigua una y otra vez la historia del pueblo de Dios. Cuando caminamos con el Señor tenemos que estar dispuesto a hacer lo que el manda, aun cuando puede parecer ridículo.



Dios conoce el camino que tú tomas. Nosotros no conocemos el camino que Él toma.



Apóstol David Lladó

jueves, 8 de octubre de 2009

CUIDA LO QUE GUARDAS EN TU CORAZÓN - PROVERBIOS 4:23


El corazón, un órgano que determina vida o muerte. Algunos lo cuidan, otros no. Pero forma parte de la maravillosa arquitectura de Dios para asegurarnos la existencia. Pero el corazón suele jugarnos malas pasadas. Si nos dejamos arrastrar por las corazonadas, antes que por la guía del Señor, sin duda tomaremos decisiones desacertadas de las que luego nos arrepentiremos.


El corazón guarda el acumulo de sentimientos que nos llevan a actuar. "Es la mente", me dirá usted. Y estamos de acuerdo. Sin embargo, en la mente o en el corazón, como lo menciona la Biblia, almacenamos información que determina nuestras reacciones, y debemos cuidar qué tipo de cosas guardaremos en él.


La recomendación la hizo hace muchos siglos el rey Salomón cuando escribió: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida" (Proverbios 4:23)


Guardar rencores o recuerdos dolorosos, antes que ayudarnos al crecimiento, inclinan nuestra vida a un estancamiento o revés en nuestro proceso de maduración personal y espiritual. Por esa razón, cualquier sentimiento negativo que guardemos, es hora de que lo borre, no en sus fuerzas sino en las del Señor Jesucristo.


Recuerde que el amado Hijo de Dios es el único que puede sanar nuestras heridas y traer perdón a nuestro corazón. ¡Ánimo! Nunca es tarde para empezar.


La sanidad interior trae liberación a su vida. Le permite comenzar de nuevo. ¿Cómo hacerlo?



1.- Evalúe qué sentimientos que traen dolor, alberga en su corazón.


2.- Traiga a memoria quiénes le produjeron esas situaciones que le producen sufrimiento.


3.- En oración, entréguele al Señor Jesucristo sus sentimientos y pídale que le sane.


4.- Examine periódicamente su vida para evaluar qué guarda en su corazón, desechando todo aquello que le trae dolor. Con ayuda de Dios podrá lograrlo.



¡Hoy puede comenzar una nueva vida!



"Señor Jesucristo ,haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén".



Ptra. Ronilda de Lladó




lunes, 5 de octubre de 2009

EN EL DESIERTO - ÉXODO 2.15

No es difícil creer que fue Dios mismo el que conmovió el corazón de Moisés frente a la injusticia que sufrían los Israelitas a manos de los Egipcios. La sensibilidad a las cosas espirituales que le habrían impartido sus padres no se había perdido durante los años en la corte del Faraón. No obstante, Moisés no había aprendido aún una lección crucial: los planes de Dios no se pueden implementar con métodos humanos, tal como lo expresó, muchos siglos más tarde, el apóstol Santiago: La ira del hombre no obra la justicia de Dios (1.20)


Para que Moisés pudiera aprender esta valiosa lección, era necesario que fuera a la escuela del desierto. Había en él demasiada confianza en sus propias fuerzas para que le fuera útil a los propósitos del Señor, y Dios debía tratar profundamente con su vida. Allí, pues, pasó largos años. El fuego y el celo que lo habían llevado a asesinar a un hombre lentamente se disiparon y quedó en su lugar la vida tranquila de un pastor de ovejas. Entonces después de un cierto tiempo , Dios volvió a visitarlo para darle la misión de liberar al pueblo de su estado de esclavitud en Egipto. Cuando Moisés quería servirlo, Dios no lo permitió. Y cuando el profeta ya no quería servirlo, Dios se lo exigió. La razón es que Dios no enfoca nuestras acciones , sino la clase de persona que somos.



El gran evangelista Dwigth Moody alguna vez comentó de Moisés: «Durante los primeros 40 años de su vida, el pensó que era una persona importante. Durante los segundos 40 años de su vida, aprendió que en realidad no era nadie. Durante los terceros 40 años de su vida, vio lo que Dios puede hacer con un «nadie». ¡Qué admirable resumen del proceso por el cual llevó el Señor a Moisés!



Esta es una lección que todos debemos aprender. Dios no necesita de nuestros planes, ni de nuestras habilidades, ni de nuestros esfuerzos. Ni siquiera necesita de nuestra pasión, eso es lo que tuvo que descubrir el apóstol Pedro. Lo que necesita es simplemente que nos pongamos en sus manos con todo lo que tenemos, para que él dirija nuestra vida, señalando en el camino las actitudes y el comportamiento que él quiere de nosotros. Esta clase de entrega es la que más le cuesta al ser humano, porque tenemos nuestros propios conceptos acerca de cual es la mejor manera de agradar a Dios.



¡Qué tentador es planificar y luego pedir que Dios bendiga nuestros esfuerzos! Es mucho más difícil esperar en Él, para moverse solamente cuando Él lo manda. No debemos perder de vista, sin embargo, que el hombre o la mujer que vive completamente entregados a Dios, son la herramienta más poderosa que existe para hacer avanzar los proyectos que están en el corazón mismo del Señor. ¡No se apresure!

Ptra. Ronilda de Lladó

lunes, 13 de julio de 2009

Un camino de doble sentido - Juan 15.4-5

Ni bien la rama es quitada de la planta, se seca y muere. No puede subsistir por si sola, y mucho menos podrá llevar fruto. Todos los elementos que necesita para la vida están en la vid. No puede almacenarlos, ni tampoco desarrollar la capacidad de proveer eventualmente para sus propias necesidades. Su única esperanza es la de nutrirse de la vid, y para eso debe permanecer en ella.


Cristo llamó a los discípulos a permanecer en él, porque sin él no podían hacer nada. Es importante que notemos lo categórico de esta frase. No es que, separados de él, las cosas van a ser más difíciles, o que nuestros logros serán pequeños. Cristo les dijo que no habría una sola cosa que pudieran realizar si no estaban unidos a él.



¿Qué significa, entonces, este «permanecer» en él? La rama tiene una relación continua con la planta. No se encuentra con la vid una vez por día, o dos veces por semana. Se nutre de la vid en todo momento. De manera que permanecer, en su sentido más sencillo, implica abrirse a cada paso a la vida que Cristo quiere producir en nosotros. Es poner toda la atención y el enfoque de nuestra vida sobre Él, buscando que Él sea el todo de nuestra existencia. Cristo, sin embargo, añadió otra condición para dar fruto. Les señaló a los discípulos que también era necesario que él permaneciera en ellos. En esto vemos claramente que la relación no depende enteramente de nosotros. Muchas veces, con nuestra lista de actividades que intentan cultivar una vida espiritual, creemos que estamos permaneciendo en él. Más Cristo dijo que todo esto tendría poco valor si Él no permanecía en nosotros. ¿Y cómo permanece él en nosotros? Él les dijo «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros…» (v. 15.7), dando a entender que se trataba no solamente de buscarlo, sino de prestar atención a lo que él nos habla. En el caso de que siguieran sin entender, añadió «si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor». Es decir, toda nuestra devoción, nuestra alabanza y nuestras oraciones, no tienen sentido si no están acompañadas de una vida de obediencia a él. Es en el cumplimiento de sus mandamientos que nos aseguramos que Él tiene participación en nuestras vidas, y no solamente nosotros en la de Él.


Debe quedar claro, entonces, que esta vida a la que hemos sido llamados no podrá prosperar si insistimos en dirigirla nosotros. No se nos ha pedido que nos esforcemos por buscarlo, sino que dejemos que él dirija nuestra vida. Esto implica que nuestras actividades no son tan importantes como las actividades que él realiza en nosotros.

«El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (Juan 14. 17).



Ptra. Ronilda de Lladó


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miércoles, 17 de junio de 2009

La vid verdadera/Juan 15:1-2

Israel frecuentemente había sido representado, en el Antiguo Testamento, como una vid. En la mayoría de los casos, sin embargo, esto no constituía ningún halago, pues los profetas frecuentemente lo habían denunciado por la pobre calidad de su fruto. Cristo declaró a sus discípulos que Él era la vid verdadera. Él es la planta de la cual se nutre toda rama, todo gajo, toda hoja, todo racimo y toda uva. La iglesia no es la vid, ni tampoco lo son los pastores, ni los encargados de diferentes ministerios dentro de la congregación. La iglesia es parte de las ramas, pero lo que sostiene todo, y está en todo, y se mueve por todos, es Cristo.


El Padre no es la vid. El Padre es el dueño de la vid y el que la trabaja. Solamente él ve la vid en su totalidad y sabe dónde necesita ser podada, dónde necesita ser apuntalada, dónde necesita que la tierra alrededor de sus raíces sea movida. Él conoce las necesidades de la vid como nadie. El trabajo del Padre tiene el propósito de asegurar que la vid cumpla la función para la cual ha sido creada, que es producir vida y vida en abundancia.

Para asegurarse de este resultado el Padre realiza dos actividades fundamentales.


1) La primera actividad del Padre las ramas que no producen fruto las cortan y las echa fuera. En esto, Cristo no andaba con rodeos, sino que dejó absolutamente claro el procedimiento del Padre. La rama existe para llevar el fruto que la vid produce en ella. La rama que no cumple esa función no puede permanecer en la vid como adorno. De persistir su infertilidad, aun habiéndole proporcionado los cuidados necesarios, se la quita de la planta. Esa rama está utilizando recursos y energía que podrían ser aprovechados mejor por las ramas que sí son productivas.



2) Una segunda actividad del Padre tiene que ver con las ramas que producen fruto. Cristo no dijo que las ramas se comparaban entre ellas para ver quien daba más uvas, o quien producía la más sabrosa fruta. Tampoco dice que el Padre les da una «palmadita» por su buen trabajo en producir fruto. El Señor declaró que el Padre poda las ramas que dan fruto, para que produzcan mayor fruto. Cualquier productor sabe que este proceso, que es momentáneamente doloroso, acaba fortaleciendo la rama y la planta en general.




La analogía apunta a dos claras conclusiones. En primer lugar, no existen categorías de ramas, algunas con «llamado» y otras no. Todas las ramas, sin excepción, deben producir fruto. Ninguna rama ha sido destinada a la función de decorar. En segundo lugar, nadie se salva de la tijera de Dios, ni siquiera los que «andan bien». ¡Todos son podados! Algunos para vida, y otros para muerte.



Isaías 5: 1-7 ….. y pídale al Señor que le revele la pasión que el tiene por una vid robusta y productiva.

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PTRA. RONILDA DE LLADÓ

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Alma abatida / Salmos 42:5

Este es un salmo escrito por un hombre envuelto en una profunda lucha personal. En el versículo 3, el salmista describe su condición: «Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche.» En el versículo 6, con una franqueza que nos asombra, confiesa: «Dios mío, mi alma está en mí deprimida.»

Para muchos de nosotros, la depresión es inadmisible en quienes pertenecen al pueblo de Dios. ¿Cómo alguien que tiene acceso al poder ilimitado del Dios de los cielos y la tierra puede llegar a estar deprimido? Creyendo que esto es un pecado, con frecuencia nos presentamos como valientes, intentando convencer a nosotros mismos y a otros que estamos viviendo la victoria de Cristo cada día, y muchas veces estamos hundidos en una profunda depresión.


La verdad es que la vida con frecuencia nos lleva por caminos en los cuales experimentamos toda gama de emociones y sentimientos que son propios de nuestra frágil humanidad. En la honesta confesión del salmista no encontramos otra cosa que la sincera expresión de sentimientos con los cuales todos hemos luchado en ocasiones. Hasta el Hijo de Dios no se vio librado de ellos; frente a la inminencia de la muerte, confesó a sus más íntimos: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte.» (Mat 26:38)


El problema no está en experimentar estos sentimientos. Ellos son la reacción de nuestra alma a situaciones adversas y tristes; normales en cualquier persona. El problema radica en la tendencia a dejar que nuestros sentimientos sean los que gobiernan nuestra vida. Es precisamente en esto que muchos cristianos caen. Ceden frente a los sentimientos de abatimiento, angustia, tristeza y desánimo y esto los lleva a abandonar la oración, el congregarse y su devoción a Dios, lo cual, a su vez, produce aun mayor depresión.


Nuestros sentimientos son inestables, cambiantes y poco confiables. Piense en todas las cosas que tenemos que hacer cada día y que no podemos depender de lo que sentimos. El solo salir de la cama cada mañana implica una batalla grande con sus sentimientos. Usted hace caso omiso de lo que está pasando en su interior, y saca el pie de la cama de todas formas.


El Salmista reconocía el peligro de permitir que sus sentimientos comenzaran a dirigir su vida, y él mismo confronta con firmeza a su corazón: « ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?» Luego, con tono firme, le dio una orden: «Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.» Esto es imponer los principios eternos de la Palabra sobre los sentimientos pasajeros del momento. Esta disciplina tenemos que vivirla para enseñar y apoyar a tantas personas que necesitan ayuda empezando hasta mismo en nuestro hogar.



Ptra. Ronilda de Lladó

La influencia del medio familiar

El medio fundamental para el desarrollo de nuestros hijos es su propia familia; nosotros como padres somos las figuras fundamentales y el modelo más importante para su educación. Lo mejor que podemos hacer por ellos es buscar mejorar cada día con la ayuda de nuestro Dios y Si palabra y también dotarnos de conocimientos positivos, habilidades y estrategias educativas que nos permitan educarlos integralmente como personas.

El ambiente familiar influye de manera decisiva en nuestra personalidad. Las relaciones entre los miembros de la casa determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace. Por eso, la vida en familia es un eficaz medio educativo al que debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La escuela complementará la tarea, pero en ningún caso sustituirá a los padres.



El ambiente familiar es el conjunto de relaciones que se establecen entre los miembros de la familia que comparten el mismo espacio. Cada familia vive y participa en estas relaciones de una manera particular, de ahí que cada una desarrolle unas peculiaridades propias que le diferencian de otras familias. Pero el ambiente familiar, sea como sea la familia, tiene unas funciones educativas y afectivas muy importantes, ya que partimos de la base de que los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos y que este comportamiento es aprendido en el seno de la familia. Lo que difiere a unas familias de otras es que unas tienen un ambiente familiar positivo y constructivo que propicia el desarrollo adecuado y feliz del niño, y en cambio otras familias, no viven correctamente las relaciones interpersonales de manera amorosa, lo que provoca que el niño no adquiera de sus padres el mejor modelo de conducta o que tenga carencias afectivas importantes.



El ambiente familiar no es fruto de la casualidad ni de la suerte. Es consecuencia de las aportaciones de todos los que forman la familia y especialmente de los padres. Los que integran la familia crean el ambiente y pueden modificarlo y de la misma manera, el ambiente familiar debe tener la capacidad de modificar las conductas erróneas de nuestros hijos y de potenciar al máximo aquellas que se consideran correctas.



“Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”.


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Ptra. Ronilda de Lladó


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LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA

Uno de los tesoros más grandes que cada uno de nosotros tenemos es la familia. ¿Qué seria de nosotros sin nuestra familia, sin nuestro hogar? En la familia encontramos el apoyo, el bienestar, el calor afectuoso y sobre todo el amor que toda persona necesita para poder desarrollarse saludable y armoniosamente.


La Familia nos provee las alegrías más grandes que podamos experimentar. No hay mayor felicidad que estar con los hijos o que visitar a los padres y familiares. Pareciera que cuando todo anda bien en la familia, todo anda bien en la vida. Sin embargo, la familia es también la causa de las más grandes preocupaciones y dolores que uno pueda tener, ya que cuando hay problemas familiares o cuando algún miembro de la familia anda mal o ha sufrido una enfermedad, un accidente o algo semejante, nos sentimos terriblemente mal, nos parece que el mundo se nos viene abajo. La felicidad familiar, por lo tanto, está en relación directa con nuestra felicidad personal.


Es sumamente importante que hagamos todo lo posible para proteger a nuestra familia de los terribles peligros que actualmente afronten. El bienestar nuestro, de nuestros hijos y de toda la nación depende del valor que damos a la familia. La gran pregunta es, ¿Cómo podremos proteger a nuestras familias? Hay tres áreas especiales donde debemos trabajar incesantemente para proteger a nuestras familias, a saber, la física, la moral y la espiritual. Veamos en que consiste cada una de ellas.


LA PROTECCIÓN FÍSICA


Debemos cuidar, velar a cada uno de los .miembros de nuestra familia contra cualquier peligro físico que pueda atentar contra ellos, contra su vida o contra su salud, etc.Debemos velar por su bienestar general; es decir, debemos interesarnos en cada uno de sus miembros y vigilar de cerca su situación.

LA PROTECCIÓN MORAL

Debemos velar por el área moral. Los hijos deben ser instruidos acerca de los grados de riesgo que corren al participar de cosas ilícitas y dañinas que corrompen su cuerpo y su alma. El ejemplo y la enseñanza que reciben en el hogar es fundamental.


LA PROTECCIÓN ESPIRITUAL

La tercera gran protección que se debe dar a la familia es la protección espiritual; es decir, buscar diariamente la protección divina, ya que solamente la presencia de Dios nos protegerán física y moralmente, la fe religiosa ha sido considerada como uno de los grandes elementos en la felicidad de los individuos y ciertamente lo es también en la familia en general.


LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA COMUNICACIÓN

La buena comunicación debe existir entre todos los miembros de la familia. En todo momento las líneas de comunicación deben estar completamente abiertas. En la comunicación se da a conocer claramente las expectativas de conducta y las reglas del hogar.


Vivimos en un mundo muy difícil, con grandes peligros que amenazan a destruir lo mas grande que tenemos. Solo con la ayuda de Dios y la dedicación y el esfuerzo de cada miembro, podremos proteger a nuestra familia y ser completamente felices.

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APOSTOL DAVID LLADÓ

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martes, 9 de junio de 2009

LOS HÁBITOS FAMILIARES COMO TRANSMISORES DE VALORES

El hogar es el auténtico formador de personas. Los niños aprenden continuamente de sus padres, no sólo de lo que éstos les cuentan, sino sobre todo, de lo que ven en ellos, cómo actúan, cómo responden ante los problemas. En definitiva, los niños observan y copian el proceder de sus padres ante la vida. La auténtica educación en valores, más que enseñarse, se transmite, pasa de los padres a sus hijos desde el mismo día del nacimiento hasta el final de la vida. Los primeros años de vida es fundamental en la vida de una persona. Hasta los seis o siete años de edad, para los niños lo que dicen los padres son "verdades absolutas". Conforme se hacen mayores van comprendiendo mejor por qué es importante actuar de cierta forma y no de otras, pero siguen guiándose por lo que ven en casa, especialmente hasta los doce años. De ahí la tremenda importancia de educar a los niños a través del ejemplo para desarrollar una educación cívica.


El hogar es la principal fuente de valores, derechos y deberes del niño.


¿Qué "hábitos-valores" fomentar? Seguro que usted mismo tiene la respuesta. Sólo tiene que pensar en qué tipo de personas gustaríamos que fueran nuestros hijos y actuar de la misma manera.


El civismo, el respeto, la honestidad y todos los valores humanos son en gran medida hábitos, rutinas que aprendemos en la familia de forma inconsciente y que más adelante llegamos a valorar con la reflexión que permite la madurez.


Los valores se transmiten a través del ejemplo, pero se asientan con fuerza gracias a la comprensión de por qué son necesarios.


"Haz por los demás lo que te gustaría que hiciesen por ti, y no les hagas lo que no te gustaría que te hiciesen".


Como está escrito en Su Palabra : “Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.”


Familia Peniel, sepamos guiar nuestros hijos a través de la Palabra de Dios. Somos agentes de cambio en nuestra sociedad. Hoy en esta fecha donde cumplimos 23 años de existencia es necesario que con mayor firmeza cultivemos los valores éticos morales y espirituales, para que como ejemplo en nuestro hogar seamos usados por Dios para alcanzar a otras familias.


Gracias Señor, porque Tu nos guías día a día.

Apóstol David Lladó

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LA FAMILIA

La principal esperanza del hombre es ser feliz; hemos sido creados para la felicidad y buscamos la misma como una necesidad. Nuestro desafío es encontrarla, donde ella está y no donde queremos que esté. La felicidad se encuentra en los lugares o en las personas mas simples que jamás pudiéramos imaginar, pero la verdad es que la felicidad perfecta solamente puede ser encontrada de manera real y permanente en Dios; Fuente de felicidad eterna. Dentro de las cosas humanas, el casamiento es el que mas chance tiene de ejercer y encontrar en él profundidad para esta vida. O sea el matrimonio, es un paso mas allá del casamiento.


Según el diccionario, el CASAMIENTO es la unión solemne de dos personas de sexo opuesto, con legitimación religiosa y civil. El MATRIMONIO es la celebración solemne siendo un sacramento de la iglesia. Encontrar el compañero (a) para esta jornada es uno de los mayores desafíos del hombre moderno. En este mundo globalizado, ambos tienen que estar dispuestos a complementaren el uno al otro y no ser inflexibles en sus individualidades.: Principio fundamental del matrimonio.


El MATRIMONIO es aun la fuente estabilizadora de las sociedades, por ser la base para la generación de las familias. Es donde las virtudes humanas son iniciadas y profundizadas a través de los ejemplos de vida. Cuando queremos destruir una nación es solamente eliminar la familia. Aun que hubo muchas alteraciones en el comportamiento de las personas, el matrimonio es la base para las generaciones de familias.


El amor real, ve los defectos de su pareja y entiende que debe amarlo como en verdad es, real. Esto es el más difícil, porque siempre buscamos algo irreal. Por lo tanto el período de escoja de su pareja, debe ser con criterio, porque después el matrimonio demanda compromiso mutuo.


El error en el matrimonio, no está en esta institución, mas sí en nosotros, hombres modernos, en la forma como encaramos el matrimonio, “nuestra individualidad”. Cuando los tiempos difíciles llegan, tenemos que aprender a descubrir virtudes maduras en nuestra pareja, y ser mas amable, progresando juntos cada día para perdurar la relación y así mejorar la calidad de vida en el mundo.


El sacrificio de uno por el otro influenciará nuestros hijos en su madurez, día a día, tornándose hombres maduros y capaces de vencer las dificultades de este mundo.


Cuidemos nuestras familias.

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Apóstol David Lladó

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VIVIENDO CON LAS OLAS - S. Mateo 14:30

La experiencia de Pedro andando sobre las aguas tiene un atractivo especial para nosotros. Nos presenta una escena radicalmente diferente a todo lo que hemos conocido en nuestra propia vida. Por otro lado, también nos toca la osada petición del discípulo, que no deja nunca de sorprendernos con sus respuestas impulsivas y espontáneas. Quisiera sin embargo hacer algunas observaciones en cuanto a ese momento particular en el relato, cuando la intensidad del viento y la furia de las olas le pusieron fin a la breve aventura del futuro apóstol.



Las olas no aparecieron en el momento que Pedro comenzó a andar sobre las aguas, el texto nos dice que los discípulos habían estado remando durante unas cuantas horas, sin avanzar gran distancia, porque el viento les era contrario y las olas golpeaban la embarcación. Estas condiciones habían acompañado a los discípulos durante toda la noche, pero hasta el momento, las olas no eran más que un molesto contratiempo a sus esfuerzos. Eran hombres acostumbrados al mar y esto era, seguramente una situación que conocían bien. Del mismo modo nosotros vivimos rodeados de dificultades y aflicciones que muchas veces por el lugar específico en el cual nos encontramos en ese momento puntual de la vida, no tienen mayor impacto sobre nuestras vidas.



Cuando Pedro salió de la barca, las olas seguían siendo las mismas que cuando estaba dentro, su fascinación con la aventura, o con la persona de Cristo, no obstante le permitieron ignorar completamente la existencia de las mismas. Estaba completamente concentrado y absorbido por el desafío de caminar sobre las aguas hacia la persona de Jesús. Del mismo modo, en momentos de gran pasión espiritual, ni siquiera registramos la existencia de los contratiempos y obstáculos de la vida. Su existencia o no existencia es algo que no afecta en lo más mínimo nuestra propia vivencia espiritual.



En un momento, sin embargo, Pedro quitó los ojos de Cristo y miró las aguas, al hacerlo vio las olas que habían estado allí durante la noche. Pero ahora su situación había cambiado, era extremadamente precaria y peligrosa. Las mismas olas ahora le infundían un temor que lo llevó al parálisis e interrumpieron dramáticamente su experiencia de andar por las aguas. Comenzó a hundirse y solamente la rápida intervención del Maestro le salvó de ahogarse.



¿Qué podemos concluir en esta serie de observaciones? Muchas veces creemos que lo que nos ha hecho tambalear en la vida son las circunstancias particulares en las que nos encontramos, la experiencia de Pedro nos revela otra cosa: no son las circunstancias las que nos afectan, sino nuestra perspectiva de ellas. El lugar donde estamos parados en el momento de la tormenta va a determinar que clase de respuesta tenemos. Las olas siempre serán las mismas, Pedro en el barco, Pedro caminando y Pedro hundiéndose, nos muestra que la misma persona no tiene siempre la misma reacción, nuestra perspectiva de las cosas es que va a definir como vamos a reaccionar mediante las diversas circunstancias que enfrentamos en la vida.

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Ptra. Ronilda de Lladó

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UNA ENSEÑANZA MAGISTRAL - JUAN 13.1–15





Si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis.»



Nuestra tendencia a separar lo espiritual de lo no espiritual nos ha llevado a mirar con cierto desprecio las tareas más ordinarias de la vida cotidiana. En ocasiones hasta habremos apresurado la realización de algún quehacer doméstico para que nos quede más tiempo para las actividades que consideramos más «productivas».La escena de esta meditación, revela que aun las tareas más insignificantes pueden estar cargadas de significado espiritual. La diferencia no se encuentra en la faena, sino el corazón de quien la realiza.



La decisión de lavar los pies a sus discípulos está cargada de significado eterno. Juan narra que Jesús sabía «que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre» (v. 1) y que «el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que lo entregara» (v. 2). Además de esto, Jesús también era consciente de que «el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba» (v. 3). Lo interesante, sin embargo, es que las profundas connotaciones de este momento no afectaron para nada su conexión con el mundo real y palpable de todos los días. Es decir, su espiritualidad no lo llevó a perder contacto con lo cotidiano, sino que le ofreció el marco para que su presencia en el mundo fuera de mayor impacto.

Jesús no podía alterar en nada el curso que el Padre había trazado para su vida, ni podía asegurar algún tipo de beneficio personal en su decisión de lavarle los pies a los suyos. No obstante, se entregó a esa tarea con el mismo amor y la misma ternura que lo habían caracterizado durante sus tres años de servicio. Su actitud revela la más pura expresión del servicio, aquella prestación que está libre de alguna expectativa de un beneficio personal, «no esperando nada a cambio» (Lc 6.35)
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Apóstol David Lladó
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martes, 7 de abril de 2009

La Iglesia Victoriosa – Parte II

La Iglesia tiene que ejercer triunfo sobre el enemigo y siempre debe estar a la ofensiva. El diablo no debe perseguirle, sino que usted es quien debe perseguir al diablo!". Usted diría: "Bueno, eso se oye muy bien". Sin embargo, la realidad es que no siempre es así. ¿Cómo exactamente vamos a hacer que todo esto suceda? Parece una tarea gigante, pero por fe en Cristo, todas las cosas son posibles (Mr 9:23). La orden de batalla ya fue dada porque Dios nos ha confiado el ministerio de la reconciliación y la palabra de reconciliación (2 Co 5:18, 19). Dios desea que nosotros, los miembros de Su Cuerpo, la Iglesia, reconciliemos a los hombres con Él y para ello nos ha proveído de armas, las cuales “…no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. (2 Co 10:3, 4). Esas fortalezas que impiden a la humanidad vivir libres de pecado, maldición y condenación eterna, los prisioneros que procuramos liberar tienen que experimentar un cambio mental.
En esta batalla, como hijos de Dios podemos decir con mucha fe: "Padre celestial, nos movemos en el Nombre de Jesús como guerreros en la batalla contra las barreras de la corrupción y contaminación del pecado en su mente. Ya que estos pensamientos pecaminosos se exaltan a sí mismos contra el conocimiento de Dios, derribamos sus barreras y las demolemos. Hacemos esto para que su mente sea liberada para obedecer a Cristo. Lo hacemos con la autoridad de la Palabra de Dios".
Tenemos que pelear esta batalla, pero antes es vital que pongamos nuestros ojos en la cruz y veamos la derrota de Satanás, luego, debemos movernos hacia el campo de batalla sobre esas bases y pelear siguiendo la dirección del Señor. Nuestra tarea no es orar para que Dios salve a nuestros seres amados que están perdidos, Jesús ya derramó Su sangre para salvarlos y ahora nos ha dado la Palabra y ministerio de reconciliación. Por consiguiente, Salgamos fuera y hagámoslo, Judas nos dice: "A otros salvad, arrebatándolos del fuego…" (Jud 23). Amados, Cristo nos compró con Su propia sangre y le pertenecemos, por la misma norma, todos los hombres son Suyos. Juan dijo que la sangre de Jesús "…es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Jn 2:2).

viernes, 3 de abril de 2009

La Iglesia Victoriosa – Parte I

"…sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades [infierno] no prevalecerán contra ella" Mt 16:18; la Iglesia de Cristo simboliza el cuadro de una Iglesia victoriosa sitiando al mismo Infierno y rompiendo sus puertas para libertar a sus prisioneros, Jesús prometió que Él tendría una Iglesia muy osada y llena de poder, esa Iglesia, atacaría las manifestaciones del Infierno en cualquier lugar del mundo que las afrontara. En Lc 4:18 Jesús dijo que vino también a: pregonar libertad a los cautivos.
En esta lucha espiritual Pedro nos exhortó sobre nuestro adversario al decirnos: “Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P 5:8). Debemos tener bien claro que Satanás solamente anda como un león, pero no es realmente un león. Jesús es el león de la tribu de Judá (Ap 5:5). Satán es únicamente un imitador e impostor, no tiene poder contra Cristo es un ser derrotado por Cristo en el Calvario, y no puede hacernos un daño mortal. (Lea Heb. 2:14; Lucas 10:18, 19). Por eso somos instruidos claramente a resistirle (Judas 9), y para ello primero tenemos que someternos a Dios y así tener la autoridad para resistirle y que huya de nosotros (Vea Stg 4:7) y no estar nosotros huyendo de él, no debemos temerle, yo le pregunto, ¿Usted como cristiano debe temer a las brujería, a los sacerdotes de la magia, y otras prácticas demoníacas? Pues no, en Números 23:23 dice: "Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinación contra Israel".
No importa qué clase de maldición le quiera poner un brujo a usted; de seguro que no tendrá éxito. Tal maldición puede operar contra los incrédulos, pero si usted es un hijo de Dios a través de la fe en Cristo, estará protegido de todo mal.
La Biblia dice: "He aquí el pueblo que como león se levantará…" (Nm 23:24). Nosotros los seguidores de Cristo adoptamos Su Naturaleza, quien es el león de la tribu de Judá. Nos levantamos como un león para resistir al diablo. Cuando hacemos esto la Biblia dice: "…los demonios… tiemblan" (Stg 2:19).
Otras personas pueden enfermarse o sufrir infortunios y hasta morir como resultado de una maldición, pero no usted.
Como uno de los hijos de Dios, usted se levanta como un león y ruge más fuerte que los demonios, quienes tratan de amedrentarle. Los cristianos nunca deben temblar, son los demonios los que tiemblan.

jueves, 12 de febrero de 2009

Comience hoy el proceso de cambio personal y espiritual – Isaías 1:10-20


A alguien a quien le dijeron que era de suma importancia el cambio personal y espiritual, respondió con una pregunta: “¿acaso está insinuando que soy malo?”, esa fue la oportunidad para explicarle, con base en la Biblia, que era esencial que reconociera que le faltaba un algo especial para llenar sus vacíos, y lo que estaba necesitando con urgencia era a Jesucristo como Señor y Salvador, reconoció su pecado y aceptó al Hijo de Dios, le abrió las puertas de su corazón.
I.- DIOS RECLAMA CORAZONES FIELES A ÉL (Vv. 10-14)
1.- Dios reclama que haya fidelidad en el cumplimiento de sus mandamientos (v. 10)
2.- Dios no comparte la religiosidad fundamentada en obras y no en la palabra de Dios (vv. 11, 12)
3.- A los judíos el Señor pedía sacrificios pero de un pueblo consagrado (v. 13)
4.- Las practicas de adoración revestidas de religiosidad no honran a Dios (v. 14)
II.- DIOS RECLAMA CORAZONES DISPUESTOS PARA EL CAMBIO (Vv. 15-17)
1.- Dios escucha las oraciones de hombres y mujeres, sinceros y fieles (v. 15a)
2.- Dios escucha las oraciones de hombres y mujeres, limpios de corazón (v. 15b)
3.- La disposición para el cambio comienza con la decisión de abandonar la maldad (v. 17)
4.- La disposición para el cambio se manifiesta con hechos (v. 17)
a.- Aprender a hacer el bien
b.- Buscar el juicio
c.- Restituir al agraviado
d.- Hacer justicia al huérfano
e.- Amparar a la viuda
III.- DIOS ABRE LAS PUERTAS PARA QUE SUS HIJOS EMPRENDAN EL CAMBIO (Vv. 18-20)
1.- Si nos rendimos a Dios, recibiremos perdón de nuestros pecados (v. 18a)
2.- Seremos limpiados de todos aquellos errores que nos hacían enfrentar crisis de conciencia (v. 18b)
3.- Al ser limpiados nuestros pecados, emprendemos una nueva vida (v. 18)
4.- La decisión de cambiar es solamente nuestra (Vv. 19, 20)
Dios nos abre las puertas para que emprendamos el proceso de cambio, crecimiento personal y espiritual. Basta que recibamos a Jesucristo en nuestro corazón como único y suficiente Salvador.
¡Nuestra vida será diferente! Aproveche la oportunidad que tiene hoy para entrar a gozar de una vida renovada, gracias a la obra del Hijo de Dios. No deje que pasen los días sin decidirse, con el poder de Jesucristo usted será otra persona.
Apóstol David Lladó

jueves, 15 de enero de 2009

Un día a la vez / Mateo 6:19-34

Cristo deja un consejo, de tono absolutamente práctico: «Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.» ¿Será que en este consejo se encuentra uno de los secretos de la vida que vivió nuestro amado Señor? Ciertamente no encontramos evidencias en el relato de los evangelios de que haya sido una persona propensa a la preocupación. Las circunstancias más adversas y complicadas no lograban alterar su estado de ánimo.
No cabe duda de que parte de esta entereza espiritual frente a una vida llena de dificultades y sufrimiento tiene que ver con la fuerza de su relación con el Padre, algo que nutría día a día en intimidad con Dios. La capacidad de vivir a plenitud cada día, con sus contratiempos y victorias, también es un factor que marcó un estilo de vida en Él. De hecho, una de las cosas que más frecuentemente nos roba la posibilidad de disfrutar del presente es estar pendientes del mañana. No disfrutamos de la semana porque estamos a la espera del fin de semana. No nos deleitamos en la etapa del noviazgo porque no vemos la hora de casarnos. No nos alegramos en los hijos que tenemos porque estamos demasiado ocupados en asegurarles «un futuro digno». De esta manera transcurre nuestra vida, siempre con la vista puesta en alguna etapa futura que nos roba de la posibilidad de vivir a plenitud el momento en que nos encontramos.

Jesús reduce su punto de vista, a la distancia más corta posible: el día en que estamos. No me mal interprete; no estoy diciendo que Él era una persona irresponsable, ni tampoco que no debemos anticiparnos, en forma correcta, a los eventos que se aproximan en el futuro cercano. Lo que estoy expresando es que Jesús no permitía que esto lo distrajera por un instante de la responsabilidad de vivir a plenitud cada momento que el Padre le traía. La verdad es que ninguno de nosotros siquiera sabemos si estaremos con vida el día de mañana. Más es enteramente posible que por nuestras muchas preocupaciones el mañana llegue acompañado de un sin fin de remordimientos porque no hicimos o disfrutamos de ciertas cosas cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo.
¡Qué tremendo desafío para nosotros! Vivir a plenitud cada día, con sus cosas buenas y malas circunstancias, de modo que no tengamos, a la noche, de qué lamentarnos. Todo lo que recibimos es regalo de Dios, otorgado por pura gracia, exclusivamente para sus hijos que tanto ama.
La profundidad de la sabiduría de Cristo debe llevarnos una y otra vez a la sorpresa. ¡Verdaderamente tenía Palabra de Vida!

lunes, 12 de enero de 2009

En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición?

Tras dar la vuelta por la pista del Estadio Olímpico “Pascual Guerrero”, agitado y sudoroso, me dijo: “Lo importante es comenzar la carrera y terminarla. Esos son los verdaderos ganadores. Así no ocupen el primer lugar. Quienes renuncian en mitad de la competencia, se convierten en perdedores”,Conservo grabadas sus palabras. Ilustran el tema: perseverar en la oración significa clamar aunque las circunstancias parezcan adversas. La respuesta vendrá De acuerdo con la parábola, una viuda fue a un juez sin Dios ni ley. Procuraba que le hicieran justicia. Ella iba a su despacho una y otra vez. Lo hizo con perseverancia. Hasta que el magistrado, cansado de la situación, decidió atender su requerimiento.“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia” (Lucas 18:6-8 a).El Señor Jesús resalta un hecho “...que claman a él día y noche...” Esta frase arroja una idea de constancia en búsqueda de alcanzar un propósito, perseverando en oración.La enseñanza concluye con un interrogante. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿Hallará fe en la tierra?”(v. 8 b). Y usted ¿Qué disposición tiene?Es evidente que, quien no persevera, no alcanza. Es un principio que no podemos olvidar. En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición? Tal vez darse por vencido, o perseverar en oración. O quizá insistir en el clamor, con la certeza de que la respuesta del Señor vendrá.Una característica del cristiano es la fe. Y fe no es otra cosa que llamar “...las cosas que no son, como si fueran”. (Romanos 4:17 b).Le insto para que usted no renuncie. Siga adelante. No cese de orar. Avance en pasos de fe, por encima de las circunstancias.Si desea que le acompañemos a clamar en busca de un milagro que requiere, venga lo esperamos todos los días.