jueves, 15 de enero de 2009

Un día a la vez / Mateo 6:19-34

Cristo deja un consejo, de tono absolutamente práctico: «Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.» ¿Será que en este consejo se encuentra uno de los secretos de la vida que vivió nuestro amado Señor? Ciertamente no encontramos evidencias en el relato de los evangelios de que haya sido una persona propensa a la preocupación. Las circunstancias más adversas y complicadas no lograban alterar su estado de ánimo.
No cabe duda de que parte de esta entereza espiritual frente a una vida llena de dificultades y sufrimiento tiene que ver con la fuerza de su relación con el Padre, algo que nutría día a día en intimidad con Dios. La capacidad de vivir a plenitud cada día, con sus contratiempos y victorias, también es un factor que marcó un estilo de vida en Él. De hecho, una de las cosas que más frecuentemente nos roba la posibilidad de disfrutar del presente es estar pendientes del mañana. No disfrutamos de la semana porque estamos a la espera del fin de semana. No nos deleitamos en la etapa del noviazgo porque no vemos la hora de casarnos. No nos alegramos en los hijos que tenemos porque estamos demasiado ocupados en asegurarles «un futuro digno». De esta manera transcurre nuestra vida, siempre con la vista puesta en alguna etapa futura que nos roba de la posibilidad de vivir a plenitud el momento en que nos encontramos.

Jesús reduce su punto de vista, a la distancia más corta posible: el día en que estamos. No me mal interprete; no estoy diciendo que Él era una persona irresponsable, ni tampoco que no debemos anticiparnos, en forma correcta, a los eventos que se aproximan en el futuro cercano. Lo que estoy expresando es que Jesús no permitía que esto lo distrajera por un instante de la responsabilidad de vivir a plenitud cada momento que el Padre le traía. La verdad es que ninguno de nosotros siquiera sabemos si estaremos con vida el día de mañana. Más es enteramente posible que por nuestras muchas preocupaciones el mañana llegue acompañado de un sin fin de remordimientos porque no hicimos o disfrutamos de ciertas cosas cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo.
¡Qué tremendo desafío para nosotros! Vivir a plenitud cada día, con sus cosas buenas y malas circunstancias, de modo que no tengamos, a la noche, de qué lamentarnos. Todo lo que recibimos es regalo de Dios, otorgado por pura gracia, exclusivamente para sus hijos que tanto ama.
La profundidad de la sabiduría de Cristo debe llevarnos una y otra vez a la sorpresa. ¡Verdaderamente tenía Palabra de Vida!

lunes, 12 de enero de 2009

En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición?

Tras dar la vuelta por la pista del Estadio Olímpico “Pascual Guerrero”, agitado y sudoroso, me dijo: “Lo importante es comenzar la carrera y terminarla. Esos son los verdaderos ganadores. Así no ocupen el primer lugar. Quienes renuncian en mitad de la competencia, se convierten en perdedores”,Conservo grabadas sus palabras. Ilustran el tema: perseverar en la oración significa clamar aunque las circunstancias parezcan adversas. La respuesta vendrá De acuerdo con la parábola, una viuda fue a un juez sin Dios ni ley. Procuraba que le hicieran justicia. Ella iba a su despacho una y otra vez. Lo hizo con perseverancia. Hasta que el magistrado, cansado de la situación, decidió atender su requerimiento.“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia” (Lucas 18:6-8 a).El Señor Jesús resalta un hecho “...que claman a él día y noche...” Esta frase arroja una idea de constancia en búsqueda de alcanzar un propósito, perseverando en oración.La enseñanza concluye con un interrogante. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿Hallará fe en la tierra?”(v. 8 b). Y usted ¿Qué disposición tiene?Es evidente que, quien no persevera, no alcanza. Es un principio que no podemos olvidar. En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición? Tal vez darse por vencido, o perseverar en oración. O quizá insistir en el clamor, con la certeza de que la respuesta del Señor vendrá.Una característica del cristiano es la fe. Y fe no es otra cosa que llamar “...las cosas que no son, como si fueran”. (Romanos 4:17 b).Le insto para que usted no renuncie. Siga adelante. No cese de orar. Avance en pasos de fe, por encima de las circunstancias.Si desea que le acompañemos a clamar en busca de un milagro que requiere, venga lo esperamos todos los días.