lunes, 6 de octubre de 2008

¿A QUE HUELE TU VIDA?

Cierto día un alumno pregunta a su maestro: ¿Maestro qué debo hacer para no irritarme con las personas que hablan mal de los demás, o que son mentirosas, calumniadoras, etc.? El maestro le respondió, “vive como las flores”, el alumno un poco confundido, le vuelve a preguntar: ¿y como es eso de vivir como las flores? El maestro le dijo: Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas, del abono mal oliente extraen todo aquello que le es útil y saludable. Pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos”. Mira, es natural del ser humano angustiarse de las propias culpas por errores cometidos, pero no es sabio permitir que los defectos de los demás te incomoden, debes rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfumar la vida de los demás haciendo el bien, esto es vivir como flores. El libro de Juan nos muestra un cuadro de la unción de Jesús en manos de María, estaban todos presentes en una misma habitación, fundidos en una misma escena, se podía sentir una profunda tristeza del adiós de Jesús. Juan nos muestra dos personajes claves: María la hermana de Lázaro y Judas, uno de los doce, el llamado Iscariote. Jesús fue invitado a la casa de Lázaro, la Biblia hace referencia de que Jesús visito a más de 12 hogares. La Biblia nos dice que Marta servía, mientras Lázaro se encontraba entre los invitados, de repente, María se acerca a Jesús, pero no viene con las manos vacías, trae consigo medio litro de nardo perfumado muy fino y caro, tanto era su valor que estaba valuado en un monto igual al salario de un jornalero en un año de trabajo, María lo derrama sobre los pies de Jesús, y la fragancia del perfume llena la habitación. Amados, debemos dar lo mejor de nosotros al Señor, como María, debemos venir a los pies de Cristo con las manos llenas de amor, de paz, nuestros labios llenos de bendición para nuestro prójimo, se debe llegar a la casa del Señor con las primicias, los diezmos y las ofrendas, y con manos llenas de santidad para adorar al Señor. No solo debemos dar lo bueno de nuestra vida, sino lo mejor y eso es nuestra humildad, un corazón quebrantado y humillado en la presencia de Dios. El acto que hizo María, de secar los pies del maestro con sus cabellos, ella estaba expresando que dedicaba toda su vida al servicio del reino. Cuando María quebró el alabastro perfumado, la fragancia se expande en toda la habitación, cuando tú llegas a un lugar ¿a qué huele tu vida? El ejemplo de María nos dice que todos tenemos algo de valor que ofrecer a Jesús. Todos poseemos en nuestra vida un frasco de nardo puro fino y carísimo. Para que haya un buen olor se debe quebrar el alabastro y derramarlos a los pies de Jesús. Amada iglesia derrama tus oraciones a Dios por que ellas son olor fragante que sube a la presencia de Dios. No dudes que vendrán “judas” con sus ideas descabelladas, diciéndote que guardes tu frasco de amor, de perdón y armonía y ofrezcas a cambio, odio violencia, dolor y mal olor. Mientras ellos dicen “ojo por ojo diente por diente” Jesús nos exhorta con autoridad “amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen” ¿De que vale un perfume caro encerrado en un frasco si no perfuma? ¿De que vale la sal si no sala? ¿De que sirve nuestra religiosidad si no perfumamos la casa? ¿Que nos queda? Un desagradable olor a muerte. Pero cuando Jesús llega al hogar, nuestra vida se perfuma con suaves y delicados aromas. Como dice un cántico y cuando Él pasa todo se transforma, se va la tristeza llega la alegría. La muerte de Jesús en la cruz, aplacó el mal olor a muerte, el olor a venganza, de odio y de rencor. Amados demos lo mejor al Señor, permitamos que él trabaje en nuestras vidas y podamos despedir el olor grato y agradable a Dios.

Apóstol David Lladó H. V.

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