viernes, 3 de octubre de 2008

Entre el valor y la cobardía

Numeros 13: 1 – 33

Dios manda a Moisés, a que vayan a reconocer la tierra que fluye leche y miel. Moisés envía a 12 príncipes, uno de cada tribu, estos no eran cualquier cosa, eran príncipes. Había seiscientos mil hombres, y Dios sólo escogió a 12 hombres líderes. Estos príncipes no le creyeron a Dios, solamente Josué y Caleb, los otros diez príncipes pusieron sus ojos en los gigantes y no en las promesas. Muchas veces ponemos los ojos en los gigantes de las finanzas, decimos no hay unidad, hay apatía en la gente, y lo vemos como gigantes. Pero Dios nos ha prometido la tierra y no los gigantes. Él nos dará una iglesia grande, un hogar estable y prospero y un país bendecido.
Hoy es el tiempo de la cosecha para la iglesia, hoy es el momento del avivamiento. El Señor quiere que alcancemos las promesas y no las perdamos. Hoy tenemos la oportunidad de poseer las bendiciones, no tenemos nada que conquistar, ¡Jesús lo conquistó todo en la cruz! “y somos más que vencedores en Cristo Jesús”. Diez príncipes desaniman al pueblo y rehúsan entrar en la tierra. Números. 13: 28- 33. Ellos vieron a los gigantes, esto no es una historia o una leyenda o ficción, ellos son una realidad. Estos diez príncipes mintieron al decir, no podemos unirnos, son fuertes, guerreros y gigantes. Algunos dicen: Las iglesias no se pueden unir, el país está dividido, pura mentira del diablo. Y aun decían que era tierra que traga a sus moradores. V. 32.
La mentira nos ata, y la verdad nos hace libres. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libre”. Juan. 8: 32. Estaban asustados al decir: “Eran razas de gigantes y éramos parecidos a langostas”. V. 33. Tenemos los gigantes de la corrupción, de la inmoralidad, de las discordias, los gigantes de los rencores y de las envidias. No midamos el tamaño del enemigo, ni el número de ellos, ni su fortaleza, sino midamos el tamaño de nuestro Dios y su poder y confiemos en Él plenamente y venceremos. Hoy es el tiempo de la conquista, vamos a desafiar las fuerzas del enemigo, y rescatar las vidas que están perdidas. Ahora es tiempo de ganar almas y no miremos los gigantes, veamos las vidas que están perdidas en el mundo. Tenemos que tener fe, la fe no se ve ni se palpa, pero es como la esperanza, la paz, el amor, no se ven ni se tocan pero se sienten en lo más profundo del alma. Amados seamos como Josué y Caleb, ellos cortaron un racimo de uvas tan grandes que lo cargaron entre dos, y llevaron el fruto de la tierra. Ellos informaron y mostraron a Moisés las vendimias de la tierra. V. 26. ¿Dónde están nuestros frutos? Veamos el fruto y no los gigantes. Ahora ha llegado la bendición para nuestra ciudad y la iglesia. Tenemos que salir y poseer la tierra que el Señor ya conquistó y nos la entregó de antemano. El pueblo se revela contra sus líderes. Números. 14: 1-12. Comienza el problema, los hombres que habitan son muy fuertes, y la tierra muy grande, puro negativismo. V. 28. Allí habita Amalec, el Eteo, el Amorreo y el Cananeo, habitan a orillas del mar, puro negativismo. V. 29. Los otros dijeron: no podemos subir contra aquel pueblo, v. 31. Llenos de pretexto, cobardes. Los diez hablaron mal de la tierra y de su gente, cuantos de nosotros hemos hablado mal de la iglesia, de las estrategias de trabajos, de la doctrina de la iglesia, de nuestros gobernantes, de los pastores que son nuestra bendición. Caleb hizo callar al pueblo y dijo: “Subamos luego y tomemos la tierra”. V. 30. “Porque nosotros los comeremos como pan”. 14: 9. Los cobardes dijeron: Designemos un capitán entre nosotros y volvamos a Egipto. 14: 4. En otras palabras, ¿quien quiere ser el capitán de los cobardes e incrédulos? Volvamos al mundo, salgamos de la iglesia, rompamos el orden y el sistema político y establezcamos la inseguridad, el desgobierno y la anarquía en el país. Esa noche el pueblo lloró, pero no era el llanto del quebrantamiento, de la humildad, de la unidad, en la oración o de la intercesión de la iglesia. Era el llanto del miedo, del temor y de la desesperación. Estos diez príncipes mediocres quedaron tirados en el desierto y perecieron y nadie los recuerda hasta ahora, todos los incrédulos y rebeldes pasarán al olvido y perecerán en su miseria espiritual. Nm. 14: 29- 34. Por tanto, amados seamos fuertes, no desmayemos, no miremos los gigantes. Veamos las almas que hay que ganar para el Señor. …Porque mayor es aquél que está en vosotros, que el que está en el mundo 1 Jn 4:4 Porque Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Fil. 4:13 Dios los bendiga.
Apóstol David Lladó H. V.

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