lunes, 28 de noviembre de 2011

OJOS EN LA META


Hebreos 12:2 “puestos los ojos enJesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de élsufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono deDios.”

El gran escenario de los griegossiempre estaba refleto de competiciones deportivas.
La competencia de la maratónestaba basada en la historia del jovensoldado griego que corrió una gran distancia, después de la batalla de Maratón,para informar acerca de los resultados de aquel acontecimiento. Tenía granprestigio ser el ganador de semejante competencia, no solamente porque el atletademostraba sus extraordinarias aptitudes físicas, sino también porque elcampeón era identificado con aquel primer héroe de esta singular historia deGrecia.

En las
carreras modernas, lalargada muchas veces está en el mismo lugar de la llegada. Antes de correr,cada corredor echa un vistazo en la plataforma donde los ganadores reciben elpremio y por unos segundos, sueña con las sensaciones de estar subido allí, enlo más alto del escenario, aplaudido y elogiado por el público que lo reconocecomo el mejor entre sus pares. Tal sueño, aun cuando no es más que unpensamiento fugaz en los minutos previos a la carrera, actúa como poderosoestimulante para cada uno de los deportistas. Aun los menos preparadosacarician el sueño placentero de cruzar
la meta, para sentir que todo elesfuerzo valió la pena.
Fijarseen algo más inspirador que las circunstancias lo inspirará e animará a seguiradelante cuando ya las fuerzas parecen desvanecerse.
Durantela carrera, habrá muchos momentos difíciles en los cuales el deportista lucharácon el deseo de abandonar la persecución de la meta. En estas instancias, losmejores atletas convocan otra vez la imagen del glorioso momento de llegaday buscan recuperar fuerzas con un
anticipode la gloria que vendrá.
El autor de Hebreos usa como excelente ilustración de esto a Jesús. Su momentode máxima crisis fue en Getsemaní.


Allíle confesó a sus discípulos el fuerte deseo de «abandonar la carrera». «Mi alma está angustiada» les dijo, «hastael punto de la muerte.» (Mateo 26.38)Se apartó y se concentró en la intensa batalla que se había apoderado de su corazón,una batalla entre el deseo de hacer la voluntad del Padre y el deseo de hacerla voluntad propia.
Finalmenteconsiguió hacer lo que hacía falta para seguir en la carrera: quitó los ojos dela cruz y la inminente agonía de la muerte para fijar su vista en algo que loinspiraba plenamente. Esto era el gozo del momento de reconciliación con su Padre celestial.
Comodiscípulo de Jesús, usted necesita tener los ojos puestos en algo másinspirador que las circunstancias en las cuales se encuentra. Podría ser elcumplimiento de una Palabra que el Señor le dio. Podría ser la realización deuna visión que recibió. O bien podría ser la finalización de un proyecto quetraerá gloria al nombre de Jesús. Sea cual sea el tema, esto lo inspirará eanimará a seguir adelante cuando ya las fuerzasparecen desvanecerse.

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