El Señor Jesús, de manera natural como todos los seres humanos anunciaba el momento de nacer, María su madre comenzó a sentir los dolores de parto, era señal de que la hora había llegado, José ante la inquietud de su esposa fue al alojamiento más cercano para rentar una habitación con las condiciones mínimas para un alumbramiento, pero no encontró lugar para que naciera Jesús, pues no había espacio en el mesón, el único lugar disponible era un humilde pesebre, que se convirtió en el más glorioso lugar de esta tierra, porque ahí llegó al mundo la luz. En este mundo de tinieblas, dominado por el imperio romano en aquella época, nace Jesús, para alumbrar a toda la humanidad. El propósito de su llegada a este mundo no sólo era de traer las buenas nuevas de paz y salvación a los hombres. Él vino también buscando el corazón del hombre, para resplandecer la gloria de Dios en su vida, pero hoy en día ese mesón (el corazón) de muchos está ocupado por el placer del mundo, por el odio, por la incredulidad, por el engaño, por las discordias, por las malas conversaciones, todo esto generado por el egoísmo del hombre en su naturaleza pecaminosa haciendo su propia voluntad y no la de su Creador.
El Señor bajó del cielo a la tierra, para elevar de la tierra al cielo a todo aquel que cree en su sacrificio vicario. El evangelio según S. J.uan 3:16,17, 18 nos revela que Él derramó su sangre en el calvario para que seamos rescatados y así poder volver a la comunión con el Padre, esa comunión que el hombre tenía en el momento de ser creado. Volviendo al momento del nacimiento de Jesús, los a ángeles cantan en alabanza diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. Lucas. 2: 13- 14.
¡Nació Jesús, llego la luz y la paz¡ El es la gloria del Padre y el resplandor para los hombres, vino para brillar en los corazones que están entenebrecidos por la inmundicia del pecado.
¿Cuál es tu situación actual? ¿Estás tan ocupado en el afán diario que no dejas espacio para que Jesús nazca y habite en tu corazón? Jesús quiere habitarlo, quiere llevarte a una vida de excelencia, Él desea ser el huésped principal, hoy es el día que el mesón de tu corazón debe estar desocupado, si no es así, no nacerá esa luz que alumbre tu diario caminar en este mundo de oscuridad, es mas, te dice: “He aquí Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20
El Señor bajó del cielo a la tierra, para elevar de la tierra al cielo a todo aquel que cree en su sacrificio vicario. El evangelio según S. J.uan 3:16,17, 18 nos revela que Él derramó su sangre en el calvario para que seamos rescatados y así poder volver a la comunión con el Padre, esa comunión que el hombre tenía en el momento de ser creado. Volviendo al momento del nacimiento de Jesús, los a ángeles cantan en alabanza diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. Lucas. 2: 13- 14.
¡Nació Jesús, llego la luz y la paz¡ El es la gloria del Padre y el resplandor para los hombres, vino para brillar en los corazones que están entenebrecidos por la inmundicia del pecado.
¿Cuál es tu situación actual? ¿Estás tan ocupado en el afán diario que no dejas espacio para que Jesús nazca y habite en tu corazón? Jesús quiere habitarlo, quiere llevarte a una vida de excelencia, Él desea ser el huésped principal, hoy es el día que el mesón de tu corazón debe estar desocupado, si no es así, no nacerá esa luz que alumbre tu diario caminar en este mundo de oscuridad, es mas, te dice: “He aquí Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20
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