La experiencia de Pedro andando sobre las aguas tiene un atractivo especial para nosotros. Nos presenta una escena radicalmente diferente a todo lo que hemos conocido en nuestra propia vida. Por otro lado, también nos toca la osada petición del discípulo, que no deja nunca de sorprendernos con sus respuestas impulsivas y espontáneas. Quisiera sin embargo hacer algunas observaciones en cuanto a ese momento particular en el relato, cuando la intensidad del viento y la furia de las olas le pusieron fin a la breve aventura del futuro apóstol.
Las olas no aparecieron en el momento que Pedro comenzó a andar sobre las aguas, el texto nos dice que los discípulos habían estado remando durante unas cuantas horas, sin avanzar gran distancia, porque el viento les era contrario y las olas golpeaban la embarcación. Estas condiciones habían acompañado a los discípulos durante toda la noche, pero hasta el momento, las olas no eran más que un molesto contratiempo a sus esfuerzos. Eran hombres acostumbrados al mar y esto era, seguramente una situación que conocían bien. Del mismo modo nosotros vivimos rodeados de dificultades y aflicciones que muchas veces por el lugar específico en el cual nos encontramos en ese momento puntual de la vida, no tienen mayor impacto sobre nuestras vidas.
Cuando Pedro salió de la barca, las olas seguían siendo las mismas que cuando estaba dentro, su fascinación con la aventura, o con la persona de Cristo, no obstante le permitieron ignorar completamente la existencia de las mismas. Estaba completamente concentrado y absorbido por el desafío de caminar sobre las aguas hacia la persona de Jesús. Del mismo modo, en momentos de gran pasión espiritual, ni siquiera registramos la existencia de los contratiempos y obstáculos de la vida. Su existencia o no existencia es algo que no afecta en lo más mínimo nuestra propia vivencia espiritual.
En un momento, sin embargo, Pedro quitó los ojos de Cristo y miró las aguas, al hacerlo vio las olas que habían estado allí durante la noche. Pero ahora su situación había cambiado, era extremadamente precaria y peligrosa. Las mismas olas ahora le infundían un temor que lo llevó al parálisis e interrumpieron dramáticamente su experiencia de andar por las aguas. Comenzó a hundirse y solamente la rápida intervención del Maestro le salvó de ahogarse.
¿Qué podemos concluir en esta serie de observaciones? Muchas veces creemos que lo que nos ha hecho tambalear en la vida son las circunstancias particulares en las que nos encontramos, la experiencia de Pedro nos revela otra cosa: no son las circunstancias las que nos afectan, sino nuestra perspectiva de ellas. El lugar donde estamos parados en el momento de la tormenta va a determinar que clase de respuesta tenemos. Las olas siempre serán las mismas, Pedro en el barco, Pedro caminando y Pedro hundiéndose, nos muestra que la misma persona no tiene siempre la misma reacción, nuestra perspectiva de las cosas es que va a definir como vamos a reaccionar mediante las diversas circunstancias que enfrentamos en la vida.
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Ptra. Ronilda de Lladó
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1 comentario:
con todo respeto, pero esta palabra no es suya, y creo yo, que habria que darle credito al verdadero autor, Christopher Shaw autor de "alza tus ojos" o al menos mencionar a su creador.
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