miércoles, 30 de noviembre de 2011

LIGADOS A LA VID VERDADERA - (Juan 15:1-17)

Este pasaje bíblico empieza con palabras del mismo Jesús, indicando cuál es su identidad y cuál es su relación con Dios y el pueblo. El texto podemos bosquejarlo de la siguiente manera para su mejor comprensión y aplicación:

1-2: La actividad del Padre;

Jesús declara que él es la vid verdadera, no cualquier vid, la cual ha sido plantada por Dios quien es el labrador que ha plantado esta vid. Él es el Señor de la viña y la cuida con amor. Dios como Padre está en constante actividad y cuida de que los pámpanos den frutos, de lo contrario los quitará. El nuevo pueblo de Dios está ligado a la vid verdadera, quien es Jesús. La advertencia de Jesús a su pueblo es que tiene que dar frutos. Es de alguna manera la misión de la Iglesia: hacer nuevos discípulos. De lo contrario será cortado.

La iglesia, es una comunidad en expansión. Todo pámpano que está nutrido debe dar fruto; en otras palabras, todo integrante de esta comunidad tiene un crecimiento que realizar y una misión que cumplir. El fruto es la evidencia del hombre nuevo. Pero un pámpano que no produce fruto es porque no responde a la vida, no se está nutriendo de la savia que es Cristo. El Padre, quien es el labrador y cuida de su viña, se encarga de cortarlo, porque es un pámpano seco, sin vida y no sirve. Pero, el pámpano que sí da fruto, tiene vida, ese tiene el cuidado del Padre.

3-4: : La Comunidad: condición para el fruto;

Los discípulos, nosotros, que estamos limpios o salvos por el Evangelio, podemos ya dar frutos. No estamos contaminados por el odio, la maldad, la injusticia, el pecado. El mensaje de Cristo ya nos ha liberado plenamente. No hay excusas validas para no dar frutos. Hay una advertencia para dar los frutos, es necesario estar ligados a la vid (Jesús). Jesús nos exhorta a renovar nuestra adhesión a él. Esta unión con Jesús no es algo automático ni un ritual, se requiere una decisión personal para hacerlo.

5-6: El discípulo: fruto y esterilidad;

Jesús vuelve a repetir su primera afirmación: "Yo soy la vid" y define la relación que hay entre él y la comunidad; la comunidad está representada por los pámpanos. Hay una unidad y una unión íntima entre Jesús y sus discípulos. Podemos crecer y dar frutos porque nos nutrimos de su savia. Hay vida en plenitud, porque hay comunión plena. Quien no le sigue, no permanece y no se nutre de la savia, se seca, no tiene vida. Por lo tanto es sacado de la vid y se muere. Es morir en vida hasta la muerte definitiva.

7-11: La fidelidad: condición para la alegría;

El resultado de vivir unido a Jesús tiene sus ventajas: hay bendición. Jesús es fiel y solidario con los suyos, sin límite alguno, no los abandona en ningún momento. Podemos pedirle y él nos dará. Lo que hace posible esta unión es el amor verdadero, que es la base de toda fidelidad. Jesús y el Padre son fieles y de esa manera debe ser nuestra fidelidad como cristianos. En esta relación es glorificado Dios. Como resultado de esta relación es la alegría y el gozo. Es decir, la paz verdadera.

12-17: La tarea común en el amor.

El amor entre los integrantes de la comunidad, la iglesia, es un mandato del Señor. Ejemplo él ha dado, ha dado su vida hasta la muerte en la cruz. Por eso, el verdadero amor, cambia la relación entre las personas. Entre Jesús y su Iglesia. De condición de siervos ahora se pasa a la de amigos. Es la amistad la nueva dimensión del amor, siempre y cuando haya obediencia y fidelidad. Los discípulos de Jesús no son sus asalariados sino sus amigos. En la misión somos compañeros con Jesús. Él nos ha amado primero y nos ha elegido.

Renovemos nuestro pacto con el Señor, sigamos ligados a Su amor como pámpanos que necesitamos nutrirnos de la savia verdadera y poder tener vida en abundancia para seguir creciendo y dar más frutos, cada vez mejores y de calidad.

Amén.


Ptra. Ronilda de Lladó

BUSCANDO SOLUCIÓN Y NO BARRERAS


En la biblioteca de una pequeña ciudad había un libro de cuentos en blanco. Tenía un aspecto excelente, y una decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban en blanco. Niños y mayores lo miraban con ilusión, pero al descubrir que no guardaba ninguna historia, lo abandonaban en el estante donde estaba. No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía muchos años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días, en puro lamento.

En una de estas veces en que el cuento fue abandonado, se quedo junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caído a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el libro de cuentos y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.

Pero al contrario de sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podrían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El libro de cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.

Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el libro de cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.

Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y el libro de cuentos se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber podido ayudar en cambiar la suerte del maestro, gracias al esfuerzo y colaboración de todos.
Cuando aparezca la duda, nos llene de angustia una situación, o volvamos a la rutina de ayer o de hace un año, o quien sabe no sabemos que hacer, debemos preguntarnos: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Y con valor, arrojar la red, lanzarse a realizar el plan de Cristo, por más difícil que parezca. Dar a cada problema la solución que Cristo daría. Actuar como Él actuó. Vivir la vida con lo bueno y lo malo, dándonos cuenta de que el Señor y yo somos uno, que juntamente con Él cada meta puede ser alcanzada.
¿Cómo está viviendo su vida? ¿Ayuda a solucionar o a poner barreras, a criticar o ayudar, a destruir o construir, a ser piedra de tropiezo o bendición? Sea una piedra de construcción en esta vida donde quiera que esté.

Apóstol David Lladó

DESCUBRA CUÁL ES SU MAYOR RECURSO

Pedro no entendía lo que estaba a punto de suceder, aunque debió haber tenido el discernimiento necesario para saberlo. Ni Jacobo, ni Juan, ni ninguno de los otros discípulos lo tuvieron. Aunque habían estado con Jesús durante tres años, todavía no tenían una idea clara del plan eterno de Dios, y esta falla se convertiría en su vergüenza.

Entre los discípulos surgió una disputa sobre quién sería el mayor entre ellos. Jesús intervino, diciendo: "El mayor entre vosotros [sea] como el más joven, y el que dirige, como el que sirve" (Lc 22.26). Más tarde, les reveló una sorprendente verdad: todos ellos le abandonarían esa misma noche.
Pero Pedro negó categóricamente esa posibilidad, diciendo: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mt 26.33). Nadie parecía estar consciente del vertiginoso desarrollo de lo que estaba teniendo lugar. A medida que avanzaba la tarde, los discípulos escuchaban al Señor mientras éste les decía que sería traicionado, pero su mensaje no les llegó al corazón. No podían concebir que sucediera tal cosas. Con la muerte y el dolor acercándose rápidamente, los discípulos se durmieron, sin haber aprendido la lección más importante para ganar cualquier batalla. ¿Cuál lección? Que hay que velar y orar.


¿Somos negligentes en cuanto a nuestra fe?
La mayoría de nosotros nos hemos encontrado, alguna vez, en situaciones en las que sabíamos que algo estaba a punto de cambiar. Podíamos sentirlo. Puede que hayamos sido prevenidos con anticipación; es posible incluso que alguien nos haya dicho con antelación qué iba a suceder, pero no estuvimos dispuestos a aceptar ninguna otra posibilidad.
Nos negamos a escuchar, porque estábamos enfrascados en nuestras necesidades, y en nuestros deseos, sueños y pasiones. En vez de hacer caso a la advertencia y prepararnos para lo que iba a venir, decidimos ignorar el mensaje. Fuimos negligentes. Entonces, sólo después de que nos golpeó la adversidad, nos dimos cuenta de que habíamos perdido una oportunidad de confiar en Dios.

Ciertamente, la principal victoria del cristiano fue ganada en la cruz. Fue allí donde Dios sacrificó a su Hijo por los pecados de la humanidad. Jesús tenía que morir, para que pudiéramos tener vida eterna. No ha existido ninguna victoria más grande que ésta; pero en las horas previas que llevaron a este momento se logró una victoria muy importante. Esta victoria fue esa misma noche en el huerto de Getsemaní. Fue en este lugar donde Jesús se rindió completamente a la voluntad de su Padre. Si Él no hubiera hecho esto, la cruz jamás habría podido ser levantada. Usted y yo nos habríamos perdido eternamente.

En el huerto los discípulos tuvieron la gran oportunidad de demostrar su fidelidad, sin embargo, no pasaron la prueba, no una sino tres veces. ¿Podemos aprender algo de su fracaso? Pues así es.
Al término de la cena pascual, Jesús llevó a sus discípulos del aposento alto a un lugar de aislamiento y oración. Les pidió que se mantuvieran alertas y vigilantes, pero no hicieron ni una cosa ni la otra. Jesús escogió a tres hombres —Pedro, Jacobo y Juan— con los cuales tenía una relación particularmente estrecha, para que fueran a un lugar de íntima oración, que estaba aun más cerca del corazón de Dios. Estaba literalmente a pocos pasos de distancia de donde Él había hecho su oración de entrega personal.

Dijo a sus discípulos: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.

Permita que la oración sea su primera respuesta
Llegará un momento en el que Dios nos llamará a orar, y entonces deberemos obrar de acuerdo con lo que hemos aprendido de Él. Pero si no hemos pasado tiempo con el Señor, no sabremos cómo permanecer firmes en nuestra fe. También nos faltarán el discernimiento y la sabiduría clave para tomar buenas decisiones. Cuando vengamos al lugar de la oración, el lugar donde Jesús llevó a esos hombres aquella noche, debemos estar completamente concentrados en su santidad, tanto así que el estar en su presencia infinita nos haga ponernos de rodillas. Jesús se humilló a sí mismo delante del Padre, y aquellos hombres tuvieron la oportunidad de ser testigos de cómo oró Él, aunque no lo hicieron.

Cuando enfrentemos desafíos demasiado grandes para nosotros, nuestra primera respuesta debe ser acudir a Dios en oración. La victoria en todas las batallas, se obtienen sólo en un lugar: en el lugar de la oración.

Gracias a la oración, Jesús se sintió seguro del plan de Dios para Él. ¿No le gustaría saber qué plan tiene Dios para su vida? Cristo ganó la batalla en un lugar de oración. Ése es, también, el lugar en el que usted puede ganar sus batallas. Él nunca se dio prisa por saber qué opinaban los demás. Él quería saber únicamente lo que Dios Padre pensaba. Cuando se levantó del suelo esa noche en el huerto, tenía la dirección, la esperanza y las fuerzas que necesitaba para soportar el Calvario por amor a nosotros. Jesús sabía que podía confiar en el Padre, porque había pasado tiempo con Él.
¿Qué problema tan grande hay en su vida, que usted no es capaz de manejar? Para Dios, nada es demasiado grande. ¿Quisiera usted "velar y orar" con Él, para conocer su voluntad y su plan perfecto?

martes, 29 de noviembre de 2011

PORQUE DEBEMOS CONGREGARNOS


“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesiónde nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos aotros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando decongregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tantomás, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:23-25).
Alguien dijo que no tenia ningún sentido ir a la iglesia cadadomingo. Por 30 años, escuchó alrededor de 30,000 sermones. Pero no recordaba ninguno de ellos. Así que pensóque estaba perdiendo su tiempo en ir a la iglesia, y quizás debía emplearlo en otracosa.
Esto creó una especie de controversia en mediode la charla que seguía en un grupo de cristianos y cada uno empezó a compartir sus opiniones al respecto. Pero unode ellos, puso punto final a la discusión, “Yohe estado casado por 30 años. Durante ese tiempo, mi esposa ha cocinado unas30,000 comidas. Pero, actualmente, yo no puedo recordar el menú completo de nisiquiera una de esas comidas. Sin embargo, yo sí puedo asegurarle que todasellas me nutrieron y me dieron la fuerza que necesité cada día para hacer mitrabajo. Si mi esposa no me hubiera dado esas comidas, yo estaría físicamentemuerto en estos momentos. De la misma manera si no hubiera ido a la iglesia anutrirme, actualmente yo estaría espiritualmente muerto.”

Ciertamente una magnífica ilustración de la necesidad de congregarnos. Elpasaje de hoy nos exhorta a hacerlo, con el fin de “estimularnos al amor y alas buenas obras.” La única manera de mantenernos firmes, sin fluctuar, enaquello que hemos creído es alimentando nuestras almas con la palabra de Dios ybuscando su presencia en todo momento, ya sea a solas en nuestra habitación, oreunidos con un grupo de hermanos que persigan el mismo objetivo. La Biblia nosenseña que debemos establecer una relación con los demás creyentes, pues todossomos parte del cuerpo de Cristo y juntos tenemos una importante labor quellevar a cabo aquí en la tierra. Romanos 12:5 dice: “así nosotros, siendomuchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.” YEfesios 4:11-13 completa la idea de esta función: “Y él mismo constituyó aunos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores ymaestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, parala edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad dela fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida dela estatura de la plenitud de Cristo.” Entonces estaremos listos para salir almundo a “predicar el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)

Cuandola iglesia de Cristo se reúne suceden cosas maravillosas. Hay un poderadicional que se manifiesta en ese grupo, según declaró Jesús en Mateo18:19-20: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo enla tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padreque está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,allí estoy yo en medio de ellos.” En Hechos capítulo 2, la Biblia nos narra lapoderosa manifestación del Espíritu Santo el día de Pentecostés. Comienza deesta manera: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todosunánimesjuntos...” Aquel grupo de hombres y mujeres habían permanecido reunidos en elaposento alto, perseverando en oración mientras esperaban que se llevara a cabolo que Jesús les había prometido justo antes de ascender al cielo. Entonces elEspíritu Santo se presentó en medio de un fuerte estruendo y con lenguas defuego, y todos ellos recibieron el poder del cual el Señor les había hablado.
La presencia de Dios se manifiesta de manera evidente en toda reunión de sushijos que desean alabarle. El Salmo 22:3 declara que Dios habita en medio delas alabanzas de su pueblo. Y el Salmo 133:1-3 dice: “¡Mirad cuán bueno y cuándelicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobrela cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta elborde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre losmontes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.” La dulceunción del Espíritu de Dios se derrama sobre aquellos que se unen en armonía aalabar y adorar a Dios.

Apóstol David Lladó

lunes, 28 de noviembre de 2011

LA MALDICIÓN DE LA IGNORANCIA / Apocalipsis 3:17


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3:17 Dices: Soy rico; me he enriquecidoy no me hace falta nada ; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable,el pobre, ciego y desnudo eres tú.

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En muchas ocasiones, estudiando este pasaje con misalumnos, les he preguntado cuál creen ellos que era el problema en la iglesiade Laodicea.He recibido una diversidad de respuestas que intentan explicar dónde estaba elerror de esta congregación. Algunos piensan que la iglesia sufría de una faltade compromiso. Otros opinan que su problema principal era el orgullo. Aunotros más son de la idea de que la
congregación era muy individualista.

Todos estas condiciones pueden ofrecer una posible explicación a la fuertecondena que recibió de parte del Señor. Seguramente muchas otros problemasespirituales eran parte de la realidad de esta congregación. Ninguna de estas,sin embargo, tocan sobre la cuestión fundamental que afectaba a la congregación.La clave está en el versículo sobre el cual hoy reflexionamos, y se encuentraen la frase no sabes.

La verdad es que muchos elementos pueden condicionar nuestro crecimientoespiritual. Cuales quiera que sean, no obstante, elverdadero obstáculo para nosotros se encuentra en no poderlas discernir. ¿Cómose puede tratar una enfermedad si uno no está enterado de su existencia? ¿Cómose puede remediar un problema si uno no tiene conciencia de que ha surgido? Demanera que la verdadera dimensión de la dificultad que enfrentaba a la iglesiade Laodicea no estaba en la dificultad en sí, sino en el desconocimiento de queexistía una situación que necesitaba ser remediada.

Esta pequeña pero importantísima diferencia es crucial para nosotros. Ningúnser humano, sin embargo, puede realizar un diagnóstico acertado de su propia condiciónespiritual. ¿Quién puede decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?,pregunta el autor de Proverbios (20.9). La respuesta está implícita enla misma pregunta. Nadie puede afirmar que ha limpiado su propio corazón. Estaes tarea para el Espíritu de Dios, quien escudriña y examina todas lascosas a la luz de los principios eternos de la verdad. Antes de que podamostratar un problema en nuestras vidas, entonces, ¡es necesario que nos enteremosde la existencia de ese problema!

Es muyimportante que cada uno de nosotros tomemos tiempo constantemente para que elSeñor pueda examinar nuestra vida, y todas las circunstancias externas yexternas que la implica (mi vida personal, mi familia, mi ministerio, mitrabajo, mis estudios….)

Solamente el diagnostico de Dios acerca de nuestra verdadera condiciónespiritual importa. Para eso, es necesario que vengamos ante su presencia despojándose de todo preconcepto, para hacer silencioy permitir que él nos diga qué es lo que discierne. No solamente tenemos queestar dispuestos a callar, sino también a que él nos sorprenda con lo querevela. Esta es la dramática diferencia entre la evaluación de la iglesia deLaodicea y la de Cristo. Ellos decían que eran ricos. ¡Cristo decía que eranpobres, ciegos y desnudos! Es posible que esta misma diferencia abrumadoraexista en nuestras propias vidas. Solamente él la podrá revelar.


Apóstol David Lladó

OJOS EN LA META


Hebreos 12:2 “puestos los ojos enJesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de élsufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono deDios.”

El gran escenario de los griegossiempre estaba refleto de competiciones deportivas.
La competencia de la maratónestaba basada en la historia del jovensoldado griego que corrió una gran distancia, después de la batalla de Maratón,para informar acerca de los resultados de aquel acontecimiento. Tenía granprestigio ser el ganador de semejante competencia, no solamente porque el atletademostraba sus extraordinarias aptitudes físicas, sino también porque elcampeón era identificado con aquel primer héroe de esta singular historia deGrecia.

En las
carreras modernas, lalargada muchas veces está en el mismo lugar de la llegada. Antes de correr,cada corredor echa un vistazo en la plataforma donde los ganadores reciben elpremio y por unos segundos, sueña con las sensaciones de estar subido allí, enlo más alto del escenario, aplaudido y elogiado por el público que lo reconocecomo el mejor entre sus pares. Tal sueño, aun cuando no es más que unpensamiento fugaz en los minutos previos a la carrera, actúa como poderosoestimulante para cada uno de los deportistas. Aun los menos preparadosacarician el sueño placentero de cruzar
la meta, para sentir que todo elesfuerzo valió la pena.
Fijarseen algo más inspirador que las circunstancias lo inspirará e animará a seguiradelante cuando ya las fuerzas parecen desvanecerse.
Durantela carrera, habrá muchos momentos difíciles en los cuales el deportista lucharácon el deseo de abandonar la persecución de la meta. En estas instancias, losmejores atletas convocan otra vez la imagen del glorioso momento de llegaday buscan recuperar fuerzas con un
anticipode la gloria que vendrá.
El autor de Hebreos usa como excelente ilustración de esto a Jesús. Su momentode máxima crisis fue en Getsemaní.


Allíle confesó a sus discípulos el fuerte deseo de «abandonar la carrera». «Mi alma está angustiada» les dijo, «hastael punto de la muerte.» (Mateo 26.38)Se apartó y se concentró en la intensa batalla que se había apoderado de su corazón,una batalla entre el deseo de hacer la voluntad del Padre y el deseo de hacerla voluntad propia.
Finalmenteconsiguió hacer lo que hacía falta para seguir en la carrera: quitó los ojos dela cruz y la inminente agonía de la muerte para fijar su vista en algo que loinspiraba plenamente. Esto era el gozo del momento de reconciliación con su Padre celestial.
Comodiscípulo de Jesús, usted necesita tener los ojos puestos en algo másinspirador que las circunstancias en las cuales se encuentra. Podría ser elcumplimiento de una Palabra que el Señor le dio. Podría ser la realización deuna visión que recibió. O bien podría ser la finalización de un proyecto quetraerá gloria al nombre de Jesús. Sea cual sea el tema, esto lo inspirará eanimará a seguir adelante cuando ya las fuerzasparecen desvanecerse.

SEMBRANDO LA SEMILLA EN EL JARDÍN DEL CORAZÓN


El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientrassembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielola comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó porque no teníahumedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamentecon ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó frutoa ciento por uno.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Prov.4:23
Cita la Escritura que elcorazón del hombre es engañoso y perverso, ¿quién lo conocerá? La condiciónespiritual del mismo varía de persona a persona y esto no depende de Dios sinode cada cual, conforme a los valores establecidos en su interior. Muchos searriman para escuchar la Palabra con cierta curiosidad y la reciben, peroluego, permiten que ésta sea robada por el diablo, quien se aprovecha de loefímero de su interés y la quita de su corazón para impedir que crean y sesalven. "El ladrón no viene sinopara hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para quela tengan en abundancia." Juan 10:10
Están los que con gozo lareciben y creen por un tiempo, con la idea de que sus problemas llegaron a sufin y que en el Evangelio ya no tendrán que pasar por más vicisitudes. Cuandose asoma la tempestad en el camino, y empiezan a ser perseguidos por causa dela Palabra, en vez de refugiarse en la Roca en lo que pasan los quebrantos,alzan vuelo como el ave y salen huyendo, para su propio mal. "Mas el justo vivirá por fe; y siretrocediere, no agradará a mi alma" Hebreos 10:38
¡Donde está lo que seconsidera de más valor, allí estará el corazón! Los que oyen la Palabra perosus afanes por las cosas del mundo, el dinero y los placeres, tienen para ellosmás valor que la vida eterna, permiten que la fe que comenzó a cimentarse sedesvanezca por completo y nunca vean los frutos. "Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el quepierda su vida por causa de Mí, éste la salvará. Pues, ¿qué aprovecha alhombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Lucas9:24-25
Están los de corazón recto, en los cuales lasemilla es sembrada en tierra buena y fértil. Estos entienden y retienen laPalabra sembrada y, a pesar de las luchas y pruebas, permanecen dando fruto conperseverancia. "Pero nosotros nosomos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe parapreservación del alma." Hebreos 10:39
"Mis ovejas oyen mi voz,y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" Juan 10:27-28
¿Tiene Dios la culpa de que no todos permanezcan en el camino y sesalven? Dios no hace acepción de personas; El envió a Su Hijo Jesús a morir enla cruz por todos; el Justo por los injustos. Cada cual tiene la libertad deescoger y, su decisión será la que determinará su destino final. Los que lereciban en su corazón, y permanezcan creyendo hasta el fin, serán los que selleven el galardón. "Bienaventuradoslos pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" Mateo5:3
¡Cuán importante, necesario yvital es velar por la pureza del corazón! Es de tal magnitud el cuidado quedebemos de tener por esto que, de ello depende la vida eterna.
Busquemos primeramente elreino de Dios y su justicia manteniendo la mirada en las cosas de arriba y noen las de la tierra, porque ... Donde esté tu tesoro; allí estará también tucorazón. ¿Quieres conocer la condición de tu corazón? ... Por sus frutos losconoceréis.