El corazón, un órgano que determina vida o muerte. Algunos lo cuidan, otros no. Pero forma parte de la maravillosa arquitectura de Dios para asegurarnos la existencia. Pero el corazón suele jugarnos malas pasadas. Si nos dejamos arrastrar por las corazonadas, antes que por la guía del Señor, sin duda tomaremos decisiones desacertadas de las que luego nos arrepentiremos.
El corazón guarda el acumulo de sentimientos que nos llevan a actuar. "Es la mente", me dirá usted. Y estamos de acuerdo. Sin embargo, en la mente o en el corazón, como lo menciona
La recomendación la hizo hace muchos siglos el rey Salomón cuando escribió: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida" (Proverbios 4:23)
Guardar rencores o recuerdos dolorosos, antes que ayudarnos al crecimiento, inclinan nuestra vida a un estancamiento o revés en nuestro proceso de maduración personal y espiritual. Por esa razón, cualquier sentimiento negativo que guardemos, es hora de que lo borre, no en sus fuerzas sino en las del Señor Jesucristo.
Recuerde que el amado Hijo de Dios es el único que puede sanar nuestras heridas y traer perdón a nuestro corazón. ¡Ánimo! Nunca es tarde para empezar.
La sanidad interior trae liberación a su vida. Le permite comenzar de nuevo. ¿Cómo hacerlo?
1.- Evalúe qué sentimientos que traen dolor, alberga en su corazón.
2.- Traiga a memoria quiénes le produjeron esas situaciones que le producen sufrimiento.
3.- En oración, entréguele al Señor Jesucristo sus sentimientos y pídale que le sane.
4.- Examine periódicamente su vida para evaluar qué guarda en su corazón, desechando todo aquello que le trae dolor. Con ayuda de Dios podrá lograrlo.
¡Hoy puede comenzar una nueva vida!
Ptra. Ronilda de Lladó
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