Tras dar la vuelta por la pista del Estadio Olímpico “Pascual Guerrero”, agitado y sudoroso, me dijo: “Lo importante es comenzar la carrera y terminarla. Esos son los verdaderos ganadores. Así no ocupen el primer lugar. Quienes renuncian en mitad de la competencia, se convierten en perdedores”,Conservo grabadas sus palabras. Ilustran el tema: perseverar en la oración significa clamar aunque las circunstancias parezcan adversas. La respuesta vendrá De acuerdo con la parábola, una viuda fue a un juez sin Dios ni ley. Procuraba que le hicieran justicia. Ella iba a su despacho una y otra vez. Lo hizo con perseverancia. Hasta que el magistrado, cansado de la situación, decidió atender su requerimiento.“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia” (Lucas 18:6-8 a).El Señor Jesús resalta un hecho “...que claman a él día y noche...” Esta frase arroja una idea de constancia en búsqueda de alcanzar un propósito, perseverando en oración.La enseñanza concluye con un interrogante. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿Hallará fe en la tierra?”(v. 8 b). Y usted ¿Qué disposición tiene?Es evidente que, quien no persevera, no alcanza. Es un principio que no podemos olvidar. En las circunstancias por las que atraviesa ¿Cuál es su disposición? Tal vez darse por vencido, o perseverar en oración. O quizá insistir en el clamor, con la certeza de que la respuesta del Señor vendrá.Una característica del cristiano es la fe. Y fe no es otra cosa que llamar “...las cosas que no son, como si fueran”. (Romanos 4:17 b).Le insto para que usted no renuncie. Siga adelante. No cese de orar. Avance en pasos de fe, por encima de las circunstancias.Si desea que le acompañemos a clamar en busca de un milagro que requiere, venga lo esperamos todos los días.
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