Cierto día un alumno pregunta a su maestro: ¿Maestro qué debo hacer para no irritarme con las personas que hablan mal de los demás, o que son mentirosas, calumniadoras, etc.? El maestro le respondió, “vive como las flores”, el alumno un poco confundido, le vuelve a preguntar: ¿y como es eso de vivir como las flores? El maestro le dijo: Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas, del abono mal oliente extraen todo aquello que le es útil y saludable. Pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos”. Mira, es natural del ser humano angustiarse de las propias culpas por errores cometidos, pero no es sabio permitir que los defectos de los demás te incomoden, debes rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfumar la vida de los demás haciendo el bien, esto es vivir como flores. El libro de Juan nos muestra un cuadro de la unción de Jesús en manos de María, estaban todos presentes en una misma habitación, fundidos en una misma escena, se podía sentir una profunda tristeza del adiós de Jesús. Juan nos muestra dos personajes claves: María la hermana de Lázaro y judas, uno de los doce, el llamado Iscariote. Jesús fue invitado a la casa de Lázaro,
Para que haya un buen olor se debe quebrar el alabastro y derramarlos a los pies de Jesús. Amada iglesia derrama tus oraciones a Dios por que ellas son olor fragante que sube a la presencia de Dios.
No dudes que vendrán “judas” con sus ideas descabelladas, diciéndote que guardes tu frasco de amor, de perdón y armonía y ofrezcas a cambio, odio violencia, dolor y mal olor.
Mientras ellos dicen “ojo por ojo diente por diente” Jesús nos exhorta con autoridad “amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen” ¿De que vale un perfume caro encerrado en un frasco si no perfuma? ¿De que vale la sal si no sala? ¿De que sirve nuestra religiosidad si no perfumamos la casa? ¿Que nos queda? Un desagradable olor a muerte. Pero cuando Jesús llega al hogar, nuestra vida se perfuma con suaves y delicados aromas. Como dice un cántico y cuando Él pasa todo se transforma, se va la tristeza llega la alegría. La muerte de Jesús en la cruz, aplacó el mal olor a muerte, el olor a venganza, de odio y de rencor. Amados demos lo mejor al Señor, permitamos que él trabaje en nuestras vidas y podamos despedir el olor grato y agradable a Dios.
APÓSTOL DAVID LLADO